Una mujer cabreada

Publicado el 27 de junio de 2025, 17:19

Soy una mujer cabreada.

Como Greta Thumberg,

como las madres mejicanas

que buscan a sus hijas desaparecidas,

como Medea, Antígona, Clitemnestra,

como Lady Macbeth

Y como la Nora de Ibsen.

 

Soy una mujer que honra su rabia

y no la esconde.

Una mujer molesta

para todos esos señores

que nos quieren siempre

sonrientes, complacientes,

tiernas y maternales,

castradas de la fuerza de la ira,

histéricas cuando la habitamos.

 

Resulto incómoda porque no me da miedo

ni me avergüenza mi propia ira.

 

Una mujer iracunda, sí,

que no es resultado del amor con el que el mundo

trata a las mujeres, señores,

ni el resultado de la justicia que puebla el planeta

ni el de la empatía de los hombres

que amenazan sistemáticamente

mediante la violencia del poder,

del privilegio y del billete.

 

Tal vez, amiga, también soy incómoda para ti

porque mi rabia interpela a la tuya,

silenciada bajo el ruido del lavaplatos

o la aspiradora,

esposada a un contrato precario,

asfixiada bajo la sonrisa complaciente

con la que se disfraza un miedo

que todas conocemos.

 

Soy una mujer cabreada 

porque desde hace 5 años

vivo por debajo del umbral de la pobreza,

explotada y consumida por un sistema neoliberal

que me pisotea mientras me dice que  es mi culpa

porque no me esfuerzo lo suficiente

y que todo se arreglará cuando me levante

a las 5 de la mañana, encuentre a mi persona vitamina

y me disocie repitiendo como un puto loro que todo me va bien 

mientras cuento los euros para ver si esta semana 

puedo permitirme o no ir al cine.

 

Soy una mujer cabreada porque sufro acoso

desde hace por lo menos ocho años

y la justicia no me escucha

porque hasta que no te apuñalan

no tienes pruebas

y tu testimonio, tus heridas internas y tu dolor

valen menos que nada.

 

Una mujer cabreada porque

quienes se decían mis amigos 

prefieren pensar que estoy paranoica

antes que afrontar mi cruel,

solitaria y cruda realidad.

Y como yo cientos, miles y millones de mujeres

en todo el mundo.

 

Así que si mi rabia te incomoda,

si no quieres escuchar el grito

ni el golpe en la mesa

lamento decirte que te vas a tener que ir acostumbrando.

Porque hasta que no haya justicia,

no tendréis paz

y muy a mi pesar, te lo aseguro,

me parece que todavía tenemos

guerra para rato.

Mi voz ahora te incomoda

pero va a darte miedo.

 

 

Rocío de Rolanda

 

* La foto corresponde a la escultura de Medea de William Wetmore Story, Metropolitan Museum of Art, New-York, USA, 1865-1868.

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios